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La complicidad entre la amiga y su compañero se fortalecía en el cuarto íntimo y acogedor del apartamento.
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La colegiala invitó a su tutor a su apartamento para ayudarla con las matemáticas, pero en lugar de eso, terminaron enredados en la ropa de cama.
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La madre de su amiga era una mujer tierna y cariñosa, y cada visita al apartamento se convertía en un encuentro lleno de complicidad y dulzura.
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